A base de ser costurera y zurcir mis propios remiendos me hice muñeca de trapo

Un ser dividido en dos mitades, cada cual tiene su importancia, uno más que el otro, otro más que el uno. La balanza sube y baja a su antojo, no quiere mantener el equilibrio, pero tampoco decide el peso mayor. Un conflicto envuelve los lazos de la cordura, no se desatan pero tampoco se vuelven a atar.

Es pura contradicción, sin saber donde va, se deja guiar por la corriente que le sigue sin pensar que le depara en la otra orilla del mar.

Un gesto es suficiente para que la muñeca heche a sonreir, unas palabras para que comience a llorar, una mirada para hacerla felíz y una caricia para enseñarla a amar.

Es más que un corazón de trapo, es más que esa ropa vieja que le cubre el cuerpo, ni siquiera le favorece ese peinado, es la apariencia que desea dar.

Detrás de esa imagen, se esconde un alma libre, que vuela al son de una canción, camina al ritmo de sus propios sueños, y anhela los recuerdos de su vida anterior.